jueves, 3 de septiembre de 2015

José Miguel Junco Ezquerra
MUJER DE FUEGO  (Para mi hija)

Ahora esa muchacha de intenso pelo negro
que como quien dice hasta no más ayer se columpiaba,
hablaba de la música y buscaba amigos por la frente,
por los rincones de las discotecas, por los labios,
por la sangre buscaba amigos la muchacha,
por los secretos de los ojos y otros lugares raros
buscaba la muchacha indefinida amigos,
es sílice que fluye del centro de la tierra,
es una chimenea por donde se desbordan
sin miedo y sin prejuicios el hierro y el magnesio,
es magma que acelera e irrumpe por el cráter.
Ah, cuando una muchacha irrumpe, cuando irrumpe
de veras, como avanzan los siglos y se ponen
azules los caballos y se alegran los niños sin refugio,
y el espacio se amplía por metros y kilómetros de fuego,
una muchacha quema el aire putrefacto con su fuego de añil
desde lo hondo, desde lo más oscuro, desde el centro
cordial donde se juntan la base de los sueños con la altura,
donde se dan la mano ríos de lava interminable,
y el cráter se les queda pequeñito y abunda por los lados,
y no hay manera humana, ni muerte, ni cadenas
para aplacar la fuerza primitiva que irradia sin ambages
a terrenos de luz desconocidos, a edificios de acero
indestructible, como ese pelo azabache que se enciende
de pronto y algunos corren despavoridos hacia el valle
mientras las fumarolas hallan cauce en los ojos de la muchacha
feliz que desespera, y quién no desespera en una noche así,
y los puntos calientes encuentran proyección en los brazos
extendidos de la muchacha, en sus dedos de amianto,
en su espalda de oro que porta un desafío sin banderas,
en los rocosos muslos de la muchacha donde los piroclastos
ensayan para luego un parto horizontal sin condiciones,
una nueva estrategia de enfrentarnos al hecho de estar vivos,
otra manera de entregar los frutos que nacen imparables
del fondo más profundo de la joven del fuego
que es ya montaña, arriba, inexpugnable,
rematada por ese pelo negro cubierto de basaltos y cenizas
Ahora esa muchacha es una revolución en marcha,
el comienzo de un hito que nadie sabe ni cómo acabará,
ni qué parte del mar se va a quedar ardiendo para siempre

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