sábado, 19 de septiembre de 2015

«¡Brinda tú!»me dijeron. Yo callaba
de codos en la mesa,
y ocultando una lágrima, alcé el vaso
y dije con voz trémula:
...
«¡Brindo por el amor que nunca acaba!»
y apuré la cerveza;
y entre cantos y gritos exclamamos:
«¡Por la pasión eterna!».
Y seguimos risueños, charladores,
en nuestra alegre fiesta...
Y allí mi corazón se me moría,
se moría de frío y de tristeza.
Ismael Enrique de Arciniegas

No hay comentarios:

Publicar un comentario