miércoles, 30 de noviembre de 2016



SILENCIO... Pablo Neruda (poeta chileno)
Yo que crecí dentro de un árbol
tendría mucho que decir,
pero aprendí tanto silencio...
que tengo mucho que callar
y eso se conoce creciendo
sin otro goce que crecer,
sin más pasión que la substancia,
sin más acción que la inocencia,
y por dentro el tiempo dorado
hasta que la altura lo llama
para convertirlo en naranja.


jueves, 24 de noviembre de 2016

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
en la boca un raro gusto...
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

Sobre el rostro del aljibe,
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.
Federico García Lorca , Romance sonámbulo (fragmento 

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Se miraban
Qué esfera de vigilia donde mirarse quietos,
sintiéndose la sangre como por dos afluentes
de una vena increíble.
Primero se miraban y se miraban solos, ...
el peso de los sueños, la hechura de la vida,
la voz de únicamente llamarse por sus nombres,
el gesto ineludible de mirarse tan hondo,
tan hondo, hasta el origen. Acaso se sabían
desde antes
y por eso....
Pero ellos se miraban como si bebiesen
un agua muy, muy dulce, y la bebiesen solos
o a nadie le pudiera saber tan dulcemente
y por eso mirarse de ese modo tan suyo,
perdidos en sí mismos, mirándose insaciables,
porque así se ayudaban a crecer. Se querían.
Por eso se miraban.
Por eso se miraron después ampliando el círculo
de luz al infinito.
Y en todo se miraban después, reconociéndose.
Y no había otra forma de vivir. La vida era
un gran deber de amarse.
Queriéndose podían
construir el horizonte,
¡iluminar el mundo!
Armando Tejada


Carta sin adiós y sin olvido
Hubiera querido amarte entre los árboles.
Toda savia el amor.
Nuestros cuerpos y brazos todo ramas.
...
En el alma luciérnagas,
y pájaros y grillos en la almohada.
En las bocas
cuatro estrellas incendiadas.
Hubiera querido amarte alguna vez entre los árboles.
Nunca decirte adiós, solo
hasta luego, amor
En Buenos Aires siempre, y sin olvido
Tu muchacha
Armando Tejada

viernes, 18 de noviembre de 2016

La plaza de los tilos
Tela del cielo, urdimbre de la sombra en lo verde,
las hojas de los tilos desmenuzan la luz
y ella, que se demora como una telaraña,...
hilando la paciencia del día al mediodía,
deja pasar el sol.
Es casi una enmelada cabellera de abejas,
un parpadeo de oro, un travieso vitró,
que trama, allá en la copa, una landa de ramas
en el aire que pasa con la camisa al aire
como una imperceptible bandera del color.

Sólo hay que alzar los ojos y mirar hacia el cielo
cuando el día visita la Plaza de los Tilos
para ver el aroma, la forma del aroma,
como una catedral que trepa al infinito
y todo vuela y todo se nos va de las manos,
nos impone modales de pájaros o niños
o sueños o costumbres de antiguos navegantes
exiliados en estas llanuras del exilio.
Sólo hay que alzar los ojos y admitir el aroma
cuando uno pasa bajo la sombra de los tilos.
Digo estas cosas, canto con este aroma verde,
desde que ella ha llegado y me lo ha dicho todo.
Entra a casa y perfuma hasta el último olvido
y hay en todas las cosas un alud de malvones,
un follaje, un regreso de la naturaleza
que hace imposible el árido suicidio de estar solo.
Entiendo la llanura sólo como horizonte:
no entiendo la llanura. Soy Montañés, no puedo.
Entiendo hacia lo alto, hacia el valle, hacia el río,
digo que llanura es ciega, pero lejos.
Hamlet se ríe, digo Hamlet Lima Quintana
no el fantasma de Shakespeare. Hamlet y Dora
se ríen
y el horizonte es sólo llanura en mi silencio.
Pero un día he llegado al pueblo de Dorita,
fundado de horizonte a una legua del cielo,
y he ido de su mano, del vuelo de su mano,
de persona a persona, de puerta en puerta y luego
ya de vuelta y con todo el crepúsculo encima
entramos a la Plaza de los Tilos, al sueño
que caminó soñando todo este largo aroma
y que, aún de mi mano, se la llevaba lejos:
a saber a qué ronda de su niñez, al patio
donde para diciembre le nevaban jazmines,
a los primeros ojos que le abrieron los ojos,
al primer manotón de llanto incontenible.
La regresé. Le dije: qué extraño, el horizonte
huele a tilos. No es ciego. Me mira desde vos.
Al oeste recía el sayal de la noche
tapando el horizonte. Pero ya éramos dos.
Armando Tejada Gómez

domingo, 13 de noviembre de 2016

Te voy a matar a miradas,
a espacio y tiempo,
a pensar en ti,
a caricias desordenadas
y besos....
Te voy a matar a sonrisas,
a comprenderte muda,
a palabras sordas,
a estar y a no estar si me lo pides.
Te voy a esperar sin perdonarte
que el infierno es tuyo
y tuya la penitencia,
tuyo el dolor y el vacío
y esa ristra de incomprensión.
Yo solo estoy para quererte
sin preguntas ni respuestas,
sin juicio alguno,
solo estoy porque me toca
y porque algo de esto habremos hecho en el tiempo no nacido
cuando hubiste de esperar tú a que yo abriera mis ojos.
Así que por si acaso
te voy a matar a amor.

Teresa Delgado © 2014

sábado, 12 de noviembre de 2016


Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.

Mario Benedetti

viernes, 11 de noviembre de 2016

Atardeció sin ti. De los cipreses...
a las torres, sin ti me estremecía.
Qué desgana esperar un nuevo día
sin que me abraces y sin que me beses.
...
A fuerza de tropiezos y reveses
la piel de la esperanza se me enfría.
Qué agonía ocultarte mi agonía,
y qué resurrección si me entendieses.
Atardeció sin ti. Seguro y lento,
el sol se derrumbó, limón maduro,
y a solas recibí su último aliento.
Quién me viera caer, lento y seguro,
sin más calor ni más resurgimiento,
gris el alma y frustrada entre lo oscuro.
Antonio Gala

miércoles, 9 de noviembre de 2016

    GÉNESIS
    He llegado de nuevo a mi puerta
    tras seguir el rastro que el viento dejaba en las flores.
    Con los ojos cerrados te he visto,
    he sabido que allí donde estalla la noche,...
    es decir en tu pecho
    se encontraba mi sacra morada.
    La bandada de pájaros versos
    picoteando un cielo cuajado de nubes
    han llovido vivaces recuerdos.
    Es decir, que he sabido que vuelvo
    al lugar donde Dios me nombró
    y tú ,de la nada, me hiciste.

    Teresa Delgado © 2013

sábado, 5 de noviembre de 2016

Cuando lejos, muy lejos, en hondos mares,
en lo mucho que sufro pienses a solas,
si exhalas un suspiro por mis pesares,
mándame ese suspiro sobre las olas.
...
Cuando el sol con sus rayos desde el oriente
rasgue las blondas gasas de las neblinas,
si una oración murmuras por el ausente,
deja que me la traigan las golondrinas.
Cuando pierda la tarde sus tristes galas,
y en cenizas se tornen las nubes rojas,
mándame un beso ardiente sobre las alas
de las brisas que juegan entre las hojas.
Que yo, cuando la noche tienda su manto,
yo, que llevo en el alma sus mudas huellas,
te enviaré, con mis quejas, un dulce canto
en la luz temblorosa de las estrellas.
Julio Florez

martes, 1 de noviembre de 2016

    Buscaba un hombro amigo
    en donde reposar la madrugada
    y un tibio olor a trigo,
    una mano apretada
    y el divino calor de una mirada.
    ...
    Estaba tan vacía,
    tan harta de soñar y tan sin sueño,
    tan lejana y tan fría,
    tan libre y tan sin dueño,
    que tan sólo morir era mi empeño...
    Rafel de León
Yo me acerqué hasta tu vera
con miedo, ¿por qué negarlo?
Te reventaba en la boca
un clavel de veinte años ...
y en la mejilla un süave
melocotón sonrosado.
Cuando dijistes: «Te quiero»
fue tu voz igual que un caño
de agua fresca en una tarde
calurosa de verano.

Se me echó encima el cariño
lo mismo que un toro bravo
y quedé sobre la arena
muerto de amor y sangrando
por cuatro besos lentísimos
que me brindaron tus labios.
Rafael de León
    que en amor hay que estar siempre presente,
    mañana, tarde, noche y madrugada.
    Que cariño es más potro que cordero,
    ...
    más espina que flor, sol, no lucero,
    perro en el corazón, candela viva...
    Lo nuestro no es así, a qué engañarnos,
    lo nuestro es navegar sin encontrarnos,
    a la deriva, amor, a la deriva.
    Rafael de León
Pensarás: No es cierto nada.
Yo sé que lo estoy soñando".
Pero allá en la madrugada
te despertarás llorando
por el que no es tu marído...
ni tu novio, ni tu amante,
sino el que más te ha querído
con eso tengo bastante.
Rafael de León