- En una piedra está
La paciencia del mundo, madurada despacio.
Incalculable suma
De días y de noches, sol y agua
La que costó esta forma torpe y dura
Que acariciar no sabe y acompaña
Tan solo con su peso, oscuramente.
Se estuvo siempre quieta,
Sin buscar, encerrada,
En una voluntad densa y constante
De no volar como la mariposa,
De no ser bella como el lirio,
Para salvar de envidias su pureza.
¡Cuántos esbeltos lirios, cuántas gráciles
Libélulas se han muerto, allí, a su lado
Por correr tanto hacia la primavera!
Ella supo esperar sin pedir nada
Más que la eternidad de su ser puro.
Por renunciar al pétalo y al vuelo,
Está viva y me enseña
Que un amor debe estarse quizá quieto, muy quieto,
Soltar las falsas alas de la prisa,
Y derrotar así su propia muerte.
Pedro Salinas
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