domingo, 19 de abril de 2015

    ¡Carne, celeste carne de la mujer! Arcilla -dijo Hugo-, ambrosía más bien ¡oh maravilla! La vida se soporta, tan doliente y tan corta, solamente por eso: ¡roce, mordisco o beso en ese pan divino para el cual nuestra sangre es nuestro vino! En ella está la lira, en ella está la rosa, en ella está la ciencia armoniosa, en ella se respira el perfume vital de toda cosa.
    Rubén Darío

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