viernes, 30 de octubre de 2015

    Mira cómo se me pone
    la piel ca vez que me acuerdo
    que soy un hombre casao
    ...
    ¡y sin embargo, te quiero!
    Entre tu casa y mi casa
    hay un muro de silencio;
    de ortigas y de chumberas,
    de cal de arenas y viento,
    de madreselvas oscuras
    y de vidrios en acecho.
    Un muro para que nunca
    lo pueda saltar el pueblo,
    que anda rondando la llave
    que guarda nuestro secreto.
    Y yo bien sé que me quieres,
    y tú sabes que te quiero,
    y lo sabemos los dos,
    y nadie puede saberlo...
    ¡Ay, pena, penita, pena
    de nuestro amor en silencio!
    ¡Ay, qué alegría, alegría
    quererte como te quiero!
    Cuando por la noche a solas,
    me quedo con tu recuerdo,
    derribaría la pared
    que separa nuestro sueño.
    Rompería con mis manos
    de tu cancela los hierros
    con tal de verme a tu vera,
    tormento de mis tormentos,
    y te estaría besando
    hasta quitarte el aliento.
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