jueves, 8 de octubre de 2015

    Allí, en la oscura noche,
    cuando el silencio lo permite todo
    y parece la vida,
    el oído en vela escucha
    vaga respiración, suspiro en eco,...
    sospechas del estar un cuerpo aliado.
    Porque un cuerpo -lo sabes y lo sé-
    sólo está en su pareja.
    Ya se encontró: con lentas claridades,
    muy despacio.
    ¡Cómo desembocamos en el nuevo,
    cuerpo con cuerpo igual que agua con agua,
    corriendo juntos entre orillas
    que se llaman los días más felices!
    ¡Cómo nos encontramos con el nuestro
    allí en el otro, por querer huirlo!
    Estaba allí esperándose, esperándonos:
    un cuerpo es el destino de otro cuerpo.
    Pedro Salinas

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