lunes, 31 de agosto de 2015

    Como atento no más a mi quimera
    no reparaba en torno mío, un día
    me sorprendió la fértil primavera
    que en todo el ancho campo sonreía.
    ...
    Brotaban verdes hojas
    de las hinchadas yemas del ramaje,
    y flores amarillas, blancas, rojas,
    alegraban la mancha del paisaje.
    Y era una lluvia de saetas de oro
    el sol sobre las frondas juveniles;
    del amplio río en el caudal sonoro
    se miraban los álamos gentiles.
    -Tras de tanto camino es la primera
    vez que miro brotar la primavera-,
    dije, y después, declamatoriamente:
    -¡Cuán tarde ya para la dicha mía!-
    Y luego, al caminar, como quien siente
    alas de otra ilusión: —Y todavía
    ¡yo alcanzaré mi juventud un día!
    Antonio Machado

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