EL MUNDO ES UN PAÑUELO.
Usted partió de aquí, yo de mi tierra.
En algún puerto o niebla nos cruzamos.
Llegué a su patria como usted a la mía:
entre maravillado y desterrado.
Allá, la inmensidad; aquí, la añeja
memoria de la sangre que no cesa.
Allá, los horizontes desbocados;
aquí, la vida insomne en su parcela.
Tal vez, no exactamente, pero admita
que fuimos despojados por la ausencia.
No importa qué país, qué continente,
qué asedio, qué ansiedad o qué pobreza.
Usted dejó su tierra y yo la mía
con los perros del odio tras la puerta
y sea como sea, hermano lejos,
pisamos un exilio de tristeza.
Yo sé que volverá, que volveremos:
usted a su heredad y yo a mi cielo.
Si en algún puerto o niebla nos cruzamos,
deme la mano, hermano,
deme el hermano que estará en su mano,
diciendo que este mundo es un pañuelo.
Armando Tejada Gómez
Usted partió de aquí, yo de mi tierra.
En algún puerto o niebla nos cruzamos.
Llegué a su patria como usted a la mía:
entre maravillado y desterrado.
Allá, la inmensidad; aquí, la añeja
memoria de la sangre que no cesa.
Allá, los horizontes desbocados;
aquí, la vida insomne en su parcela.
Tal vez, no exactamente, pero admita
que fuimos despojados por la ausencia.
No importa qué país, qué continente,
qué asedio, qué ansiedad o qué pobreza.
Usted dejó su tierra y yo la mía
con los perros del odio tras la puerta
y sea como sea, hermano lejos,
pisamos un exilio de tristeza.
Yo sé que volverá, que volveremos:
usted a su heredad y yo a mi cielo.
Si en algún puerto o niebla nos cruzamos,
deme la mano, hermano,
deme el hermano que estará en su mano,
diciendo que este mundo es un pañuelo.
Armando Tejada Gómez
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