lunes, 14 de marzo de 2016

    El cielo de mi niñez
    tuvo un aroma de albahaca y pan,
    un sol de candor bajo el sol.
    Mi madre andaba en la luz
    de una provincia de eternidad...
    y era un regazo el verdor
    y era verano el color
    del amor.

    Allá quedó mi madre y la luz,
    pero yo tengo que andar
    cuidando que en la ciudad
    crezca la flor.
    Yo sé que debo cruzar,
    lejos del cielo de mi niñez,
    un tiempo de furia y canción.
    Yo tengo que rescatar
    aquel aroma de albahaca y pan
    que la ternura me dio,
    como una rama de amor
    verde y sol.
    Armando Tejada

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