jueves, 27 de marzo de 2014

Un mundo de expresión es su mirada.

Y un lenguaje, su cola en movimiento.

Su lamido es un beso al sentimiento.

Y con él, la familia es prolongada.

Al escuchar del amo una llamada es el eco,
su ser, en cumplimiento.

Y al despertar un hueso su contento,
su inefable humildad se ve pintada.

Compañero de amor en la tristeza.

Resignado guardián en el encierro.

Y lealtad, de la cola a la cabeza.

En consecuencia, se comete un yerro.

(hiriendo al animal en su nobleza)

cuando al villano se lo llama perro.

(Henry Kronfly) 
                                   Renacer humano


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