sábado, 23 de agosto de 2014

Situaciones…, seres…, cosas…,
afectos… y posesiones…,
de manera presurosa
-igual que las mariposas-,
se van con las estaciones…

¡Déjalos seguir su guión,
con suavidad y ternura!:
cada uno, en su ocasión,
ya te brindó su porción
de sensatez…y locura…

¡Suelta todo…, suelta…, suelta…,
sin pesar…y sin flojera…!,
que las cosas no resueltas
las traerá hasta ti de vuelta
tu encarnación venidera…;

…que en la eterna recurrencia,
cada ecuación se equilibra,
y queda en ti la experiencia,
-como un saber en esencia-,
en la trama de tus fibras…

¡Suéltalo con gentileza…,
con delicada elegancia…!,
y que esa delicadeza
te impregne la sutileza
de su exquisita fragancia…

Porque eres un alma vieja
que aprendió a desaferrarse,
y a mirar cómo se aleja,
-sin dramatismo y sin quejas-,
lo que tenga que marcharse…

Y es que en la sabiduría
de haber pasado por tanto,
conoces la simetría
de la noche con el día…,
y la risa con el llanto…

Y sabes que tus heridas
-sanadas… y no sanadas-,
son esas hojas caídas
desde el Árbol de tus vidas,
girando arremolinadas…

Y ellas son, en tu desvelo,
-resecas y macilentas-,
de quienes se nutre el suelo
para que otra vez al cielo
alces tu copa opulenta…

Y entre lo marchito y verde…,
y entre lo verde y marchito,
déjame que te recuerde
que nada, amigo, se pierde…
¡en este viaje infinito…!


Jorge


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