lunes, 27 de marzo de 2017

    Perdida la cabeza entre la almohada
    me miras con los ojos entornados,
    y los míos se tornan desvelados
    por la dormida luz de tu mirada.
    ...
    ¡Oh la suave mejilla ambicionada,
    y el temblor de tus labios apretados,
    y los redondos hombros, desmayados
    en mis brazos con sed enamorada!
    Se me va todo el ser hacia tu viento,
    y en tu tibio paisaje sueña y canta,
    mientras me deshabita el pensamiento.
    Una tierra de amor se me atraganta,
    y, hundiéndome en el aire de tu aliento,
    se desangra una vena en mi garganta.
    Rafael de Penagos

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