miércoles, 29 de junio de 2016

Y entonces tú.
Entonces me creciste
de un eco dulce que en la fe llevaba.
Yo te besé en la luz,
donde se besan...
la madera, los pájaros y el agua,
porque era necesario que tuvieras
un clima donde andar con tu milagro,
una lluvia de júbilo a tu diestra
y un badajo de sol por las mañanas.
Era tan necesario darte espacio,
lugar en la canción,
sitio en el alba,
mientras yo hilaba mi canción agreste
con el viento que hilaba tu costado.
Por eso fue distinto,
parecía
que el río te llevaba de la mano
para que hasta la sal te conociera
antes de ser espuma entre las aguas.
Ibas hacia la noche como el día
con un paso apagado y otro en llamas,
lenta de tu misterio,
promovida
por un rumor de niños y campanas.
Y hubo que hacer de nuevo cada cosa:
la minuciosa flor, la lluvia;
tanto
que llegada al amor no fue posible
penetrar en lo muerto y olvidarte,
porque tú,
fundadora, regresabas
hasta habitar mi voz con tu imbatible
diapasón de nacer,
prieto en la carne;
propagadora de la miel del mundo,
llegaste a mi canción con tu rescate
y en realidad fue nueva cada cosa
a partir de la luna en que llegaste.
Armando Tejada Gomez

lunes, 27 de junio de 2016

Pequeña carta a una rosa (Manuel del Cabral) fragmento.
Pero tú que en tus pétalos coleccionas mañanas,
tú que apretando alas,todo el amor del bosque
me lo das en tu breve primavera,...
déjame que la mano te conserve,
déjame...
Digital biografía de los duendes
cerebro del jardín ,pasto del sueño,
tú que encuadernada en pétalos no vuelas,
tú que sin comprenderlo,
indefensa en mis manos ,me defiendes .
Si quedase silencio solamente,
si el mundo que me envuelve se parase
y la luna nacida no alumbrase,
si los ríos secaran su torrente
...
y las hojas cubrieran el relente,
si la mar dislocada se quebrase
y mi Dios y su nombre yo olvidase,
si la muerte anidara su simiente
y la nada reinara en su vacío
construiría en mis versos otra vida
con tu nombre soñado como glosa,
con tus ojos, estrella del rocío,
con tu risa cual brisa sostenida,
con tus labios abiertos como rosa.
(De Donde el viento silba nácar)
José García Pérez

domingo, 26 de junio de 2016

Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda..
...
¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.

Miguel Hernández
Armando Tejada Gómez
    Vengo de ser país. Del viento vengo. Pasé y pisé la sal de la distancia. Traigo horizonte el corazón y traigo un silbo golondrina en la esperanza. He visto el r...ostro madre de la tierra, la leña bruja donde el sueño arde cuando la noche de los pobres crece como una ardiente rebelión del aire. Vuelvo desde lo hondo de mí mismo después de haber oído el grito macho quebrarse en el alcohol, hacerse polvo sollozando el golpeado desamparo. Vengo de ser país. Traigo este rostro tallado a la intemperie y estas manos ejercitadas en el viejo oficio de la vieja ternura y el trabajo. Digo que tengo vela en este entierro, sombra en la tierra y perro que me ladre. Me llamo Pedro, como cualquier Pedro inmemorial y hueso y piedra y padre.
    Es por eso que quiero y digo quiero con una urgencia vertical clamando: sitio de patria para el cielo mío, cielo en el sitio de la patria que ando. Quiero… ¿Cómo diré? Quiero la mano, dar la mano a la mano por la sangre y jurarse debajo, en las raíces, no soltarse las sangre ni las manos. Porque por las roturas y el olvido repta la muerte su culebra pálida y un odio espeso de aire muerto cruza degollando la flor con frías ráfagas. Por eso quiero que las manos junten el amor en un puño y no lo suelten sino para sembrarlo en lo más pueblo de este país que somos, hondamente.
    Eso quiero a la hora de quedarme, maduro ya de polen y caminos mientras crece a lo árbol la esperanza y el corazón navega entre sus ríos. Anduve y trabajé. Ahora canto todo lo caminado y aprendido. Pero no canto solo, en mi guitarra todos los días se despierta un niño.

jueves, 23 de junio de 2016

Determinarse y luego arrepentirse... Juan de Tassis Conde de Villamediana
Determinarse y luego arrepentirse;
empezar a atrever y acobardarse;
arder el pecho y... la palabra helarse;
desengañarse y luego persuadirse.

Comenzar una cosa y advertirse;
querer decir su pena y no aclararse;
en medio del aliento desmayarse,
y entre el amor y el miedo consumirse.
En las resoluciones detenerse;
hallada la ocasión no aprovecharse,
y perdido de cólera encenderse.
Y sin saber por qué, desvanecerse:
efectos son de amor; no hay que espantarse,
que todo del amor puede creerse.

miércoles, 8 de junio de 2016

    Condena
    A trabajos forzados me condena
    mi corazón, del que te di la llave.
    No quiero yo tormento que se acabe,...
    y de acero reclamo mi cadena.

    Ni concibe mi mente mayor pena
    que libertad sin beso que la trabe,
    ni castigo concibe menos grave
    que una celda de amor contigo llena.
    No creo en más infierno que tu ausencia.
    Paraíso sin ti, yo lo rechazo.
    Que ningún juez declare mi inocencia,
    porque, en este proceso a largo plazo
    buscaré solamente la sentencia
    a cadena perpetua de tu abrazo.
    Antonio Gala

    El divino amor... Alfonsina Storni (poeta argentina)
    Te ando buscando, amor que nunca llegas;
    te ando buscando, amor que te mezquinas.
    Me aguzo por saber si me adivinas;...
    me doblo por saber si te me entregas.
    ...
    Las tempestades mías, andariegas,
    se han aquietado sobre un haz de espinas;
    sangran mis carnes gotas purpurinas
    porque a salvarte, oh niño, te me niegas.
    Mira que estoy de pie sobre los leños,
    que a veces bastan unos pocos sueños
    para encender la llama que me pierde
    Sálvame, amor, y con tus manos puras
    trueca este fuego en límpidas dulzuras
    y haz de mis leños una rama verde.
    "amar es combatir, si dos se besan
    el mundo cambia, encarnan los deseos,
    el pensamiento encarna, brotan las alas
    en las espaldas del esclavo, el mundo
    es real y... tangible, el vino es vino,...
    el pan vuelve a saber, el agua es agua,
    amar es combatir, es abrir puertas,
    dejar de ser fantasma con un número
    a perpetua cadena condenado
    por un amo sin rostro;
    el mundo cambia
    si dos se miran y se reconocen..."

    OCTAVIO PAZ, fragmento de PIEDRA DEL SOL (México 1957)
La mujer de albahaca
Así se hace el paisaje:
póngale cielo arriba, cielo por dos mitades,
un rebaño de nubes, un árbol solitario;
ponga una raya al medio, pero lejos, muy lejos
y déjeme quedarme soledad por mirarla,
por ver atardecer, porque sí, para nada;
por ver volver las tórtolas simples, crepusculares;
déjeme en esta orilla donde miro hacia adentro
y donde me padece, como un niño, la sangre.
Déjeme ser la greda. Yo me conozco el aire;
entre ser y no ser, me da por ser callada.
Un bulto de silencio donde el viento se queda
demorado, de piedra, detenido un instante.
El siempre deja un poco de polvo compañero,
un arsenal de adioses, un bailarín cansado
a quien, hace mil años, llamamos remolino
y hace girar, girando, sobre un pie a la distancia.
Así se hace el paisaje: de mirar el origen.
Cielo arriba los ojos. Y debajo, la sangre.
Tengo, si es por tener, los sagrados oficios:
tengo de hacer pan, de amasarlo temprano,
de taparlo a la hora que el sol trepa a los pájaros
y dejarlo que crezca como un fruto en octubre
lentamente, a la sombra patriarcal de los árboles.
Tengo, si es por tener, leña del quebracho
que me caldea el horno desde lo rojo al blanco.
Tengo, que cuando vienen los míos de la lluvia,
tengo pan, y me suena a trigo las enaguas.
Tengo que si lo pongo como un sol en la mesa
mis hijos parpadean, ríen encandilados
hasta que traigo humeando una ollada de locro
y mi hombre parte el pan sobre su pecho grande
y ahí, entre sus voces laboriosas y lerdas,
miro caer la luna en lentas rebanadas.
Entonces sí me acuerdo. Al paso del recuerdo
me acuerdo de a pedazos, me acuerdo y no me acuerdo.
Voy llenando los platos ausente del sonido,
como mirando atrás, como atrás del pañuelo
y mientras vuelco el frito de pimentón rojo
siento que, de repente, se derrumba el olvido:
una se pasa el año soñando con la albahaca.
Pasa que nunca pasa el año mujeriego.
Una guarda en la oreja algunas picardías,
picaduras de abejas y cuentos de velorio,
siembra albahaca a la orilla de la acequia sonora
hasta que el carnaval suelta todos los toros
y más luego, el Pukllay fusila la tristeza
y una no sabe nunca quién le ardió la pollera,
la cosa es que una tiene de azufre los sentidos
y ahí nomás, de espaldotas, cae a la primavera.
Es diablo el carnaval, sabe todas las mañas,
pellizca en los Fortines inocente de harina,
le chaya al pobrerío tanta alegría simple
que el miércoles nomás todo queda ceniza.
Después vienen los lloros, vuelve lo cotidiano
y, si hay suerte, una tiene quien le ronde las casas.
Más rápido que pronto hay que parar el rancho
mientras vuelve el otoño cansado de vidalas.
Todo para juntar los míos en la mesa
y contar lo que tengo con los dedos del alma.
Largas fueron las lunas y los hijos crecieron
y la muerte no pudo darnos vuelta la taba.
Esta es la hora linda. Todo vuelve a su sitio.
Transparente, el recuerdo, se quiebra en las cucharas.
Todo se me figura como rezar a solas
y es como si comiéramos dentro de una campana.
Suenan lejos las cosas: desde allá del sonido.
Demoradas, eternas, son la cueva del sueño.
Atrás, la noche espera parada en los nogales
y un aroma de albahaca pasa arriba, en el viento.
 Armando Tejada